41 La evolución nos ha permitido alcanzar metas cada vez mayores en cuanto al respeto y la aceptación de los demás. Los Derechos Humanos Fundamentales se han ido nutriendo de todas esas experiencias que nuestra sociedad vivió, y que mira ahora desde la distancia con vergüenza, permitiendo alcanzar unas libertades de las que muchos nos hemos venido sintiendo orgullosos, especialmente cuando mirábamos a otros lugares del planeta donde esas libertades no existían. Estamos en un momento crítico de la historia de la humanidad. Las libertades logradas a lo largo de tantos años y sustentadas en tanto sufrimiento, se están tambaleando. La libertad de movimiento se ha visto limitada sensiblemente, e incluso eliminada por largos periodos de tiempo. La libertad de expresión a través de los medios de comunicación y las redes sociales ha sido cercenada cuando la opinión o el mensaje es contrario al “mensaje oficial”. La libertad de decisión sobre uno mismo parece haber desaparecido desde el momento en el que pincharse es una obligación para recuperar parte de otras libertades “secuestras”. Aunque me cuesta creerlo, tengo la sensación de estar ante un régimen dictatorial y totalitario donde se busca el control absoluto de la población, a nivel físico, mental, emocional, e incluso económico. Prueba de ello es el adoctrinamiento a través de los medios, en ocasiones basado en una supuesta justificación científica no contrastada ni debatida realmente, y en otras simplemente orquestado en base a la repetición de un mismo mensaje hasta la saciedad. “O avanzas en la dirección que te digo, o recibes el castigo” Desgraciadamente, el adoctrinamiento basado en el miedo, juntamente con la privación de libertades como paso previo al chantaje para recuperarlas parcialmente, están llevando a buena parte de la población a convertirse en los nuevos esclavos del sistema, con la salvedad de que quienes están siendo abierta y públicamente discriminados son aquellos que no entran al juego. Me viene a la mente la forma de actuar de la inquisición… “O aceptas a Dios, o te vas a la hoguera”. Pese a todo, no debemos olvidar que somos nosotros, los individuos, quienes le damos el poder al Sistema. Si aceptamos renunciar a los Derechos Humanos y a las libertades logradas por la lucha de nuestros antepasados, no tan solo nos estamos haciendo un flaco favor a nosotros mismos, sino que estamos comprometiendo el futuro de las generaciones venideras.
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