Lo Mejor de Retos Femeninos - Octubre 2021
37 Por otra parte, la única forma de transcender algo es cuando tienes conocimiento de ello y decides verlo desde otro punto de vista; esa es la forma de superarlo, recorriendo la milla extra para crecer, cerrar ciclos y continuar tu viaje en gratitud por todo lo vivido. Desde esta perspectiva veamos como el proceso de sanar tus heridas es un viaje grandioso de autodescubrimiento: Cuando se habla de sanación, generalmente se piensa en sanación física. Un curso de milagros hace referencia a la sanación como “paz interior”. Pasar la terrible experiencia del covid fue una especie de llamado a despertar, eso significa un cambio de chip, un hackeo del cerebro, un salto cuántico para mejorar la actitud ante la vida. Una enfermedad te libera del equipaje superficial: ¿Por qué juzgo? ¿Por qué soy tan dura conmigo? ¿Por qué no soy más agradecida? ¿Por qué no limpio mi corazón para darle paso al amor más genuino? Renunciar a tus propios espejismos es sanar. Dentro de cada ser humano hay una raíz, un núcleo, una esencia, un ser verdadero. Ese es el lugar de Dios dentro de nosotros. Conectarte a esa esencia, es volver a tu centro, tu segundo nacimiento, aunque muchas veces sea producto incluso de las experiencias más dolorosas. Sanar te armoniza, te conecta a una forma renovada de pensar, creando espacio en tu mente y en tu corazón para llenarte de esperanza para crear lo nuevo. Si quieres que algo salga de tu vida, pues, algo tiene que salir. Sanar es reconocer lo que te duele y saber que es hora de dejarlo ir (sin juzgarte). Aceptar es el primer paso para sanar. Comparto una anécdota de la escritora Marianne Williamson, acerca de su asistencia a un funeral de una joven brutalmente asesinada. Estaba casada y era madre de un niño de tres años. Ella hace referencia a la expresión del rostro del esposo de la joven cuando estaban en la iglesia, donde ambos sostuvieron la siguiente conversación: - Michael, tú nunca serás el mismo, todos lo sabemos. Tienes dos opciones: endurecerte o ablandarte. Después de esto puedes decidir que nunca mas confiarás en nadie, ni siquiera en Dios, o puedes dejar que tu corazón hecho pedazos te ablande y que tus lágrimas fundan las murallas que rodean tu corazón, de tal manera que te conviertas en un hombre de una profundidad y una sensibilidad excepcionales. Sanar, sin espacio a dudas, es volver al amor, es ir al reencuentro con una nueva conciencia de tu paso por el mundo, una oportunidad de crecer. Crecer es llegar a ser los seres que somos en nuestra naturaleza fundamental: amorosos, puros y sinceros. Hablo acerca del tema de la sanación desde mi experiencia de vida, al final cada ser humano es diferente y cada proceso te revela diversas dimensiones de cómo vivir tu propio mundo. También me expreso desde el respeto a los expertos en la materia, solo soy una mujer intentando caminar con certeza, a sabiendas de que los tropiezos seguirán existiendo, ellos se convertirán en nuevas lecciones cada vez más significativas y edificantes cuando estás en el sendero de la sanación de tu alma: un proceso para toda la vida. La mayor herramienta para la sanación es el perdón. Para perdonar a otros siempre empieza por perdonarte tú, por admitir lo que sientes. La falta de perdón es una barrera que colocas entre Dios y tú, y la única forma de derribarla es aprendiendo a perdonar con una dosis muy alta de sinceridad en tu corazón. Perdonar no significa pensar que está bien lo que alguien hizo y por ello no duela. Al contrario, se trata de una decisión personal de no albergar malos sentimientos en tu ser y de erradicar la vanidad, el ego, la venganza, el orgullo, la soberbia, la ira, el odio y todo lo concerniente a energías de baja densidad, lo cual se pone de relieve cuando nos sentimos ofendidos y el miedo empieza a hacer estragos. Creas en Dios o no, jamás deberías desearle mal a tus semejantes, así tengas toda la razón del mundo. La sanación es tuya, es un proceso muy personal. Puedes usar esta afirmación para reforzar la decisión consciente que has tomado a la hora de perdonar: “A pesar de todo el daño que me hiciste, te perdono”. Recuerda que no estás perdonando para ensanchar tu vanidad; el perdón no te hace superior a quien te ofendió. Y si te estás preguntado: ¿Por qué perdonar? Porque es muchísimo más provechoso vivir sin las cadenas del rencor y los sentimientos de culpa, perdonar te sana, es bueno para la salud, te libera y te empodera. Uno de los trabajos que mayores evidencias ofrecen a la hora de vincular
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