35 notables del movimiento, como Joan Miró y André Bretón, así como con otros pintores que se reunían alrededor de la mesa del Café Les Deux Magots, como, por ejemplo, Pablo Picasso y Salvador Dalí. Durante la guerra mundial, Ernst es apresado y ella se ve obligada a salir de Francia y marcha a España. En 1940, después de padecer un terrible tratamiento psiquiátrico, sale huyendo a Lisboa y busca refugio en la Embajada de México, donde conoce y se casa con el diplomático mexicano Renato Leduc, quien la ayudó a emigrar, y viaja con él a Nueva York. En 1942 se muda a la ciudad deMéxico y se divorcia de Leduc y restablece lazos con varios de sus colegas y amigos surrealistas en el exilio, quienes también se encontraron en este país, tales como, André Bretón, Alice Rahon, el poeta Benjamín Péret y la pintora Remedios Varo, con quien mantuvo una amistad duradera En 1946 se casa con el fotógrafo húngaro Imre (Chiki) Weisz, mano derecha de Robert Capa. Tienen dos hijos, Gabriel y Pablo. Desde 1949 hasta los sesenta se dedica a estudiar, pintar y diseñar para obras teatrales y se involucra con los seguidores de G. Gurdjieff. En los ochenta, comenzó a fundir esculturas en bronce, sus temas se refieren a las múltiples realidades que confronta la realidad de la vejez. Siempre tuvo un genuino interés por la alquimia y los cuentos de hadas con los que creció, interés que se percibe en su obra pictórica y escultórica. En 1985 abandona México después del terremoto y se instala en Nueva York. Más tarde vuelve a la ciudad de México donde finalmente muere el 26 de mayo de 2011 a causa de una fuerte neumonía. Se consideraba más que surrealista, por haber sido compañera sentimental de Max Ernst, defensora de los derechos de la mujer: “Aunque me gustaban las ideas de los surrealistas, André Bretón y los hombres del grupo eran muy machistas. Solo nos querían a nosotras como musas alocadas y sensuales para divertirlos, para atenderlos”. Dicen sus biógrafos y sus amigos en México: “Vivir en la misma ciudad que Leonora Carrington fue una bendición, un honor, un privilegio. Jamás le importaron las apariencias, sólo vivió para pintar”. Cafe con Historia - Leonora Carrington
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