35 quien cuenta su vida, y Elena Poniatowska, quien recrea con oficio y sensibilidad excepcionales los avatares de una vida notable no sólo por su originalidad -Jesusa es un personaje en toda la extensión de la palabra- sino también por la luz que echa sobre momentos y costumbres cruciales de la sociedad mexicana. Hay que escuchar a Jesusa: que crece en Oaxaca, que combate en la revolución, que llega a la capital y se emplea como obrera y como sirvienta, que habla con los muertos y habla de los vivos vistos en medio siglo. Jesusa mujer del pueblo y mujer independiente. En Hasta no verte Jesús mío, Elena Poniatowska ha escrito una de las memorias más apsionantes de la literatura mexicana. “Jesusa Palancares murió en su casa, Sur 94, Manzana 8, lote 12, Tercera Sección B, Nuevo Paseo de San Agustín. Más allá del aeropuerto, más allá de Ecatepec, el jueves 28 de mayo de 1987 a las siete de la mañana. En realidad a Jesusa la llamaba Jose, pero cuando la pensaba, pensaba en Jesusa. Murió igual a sí misma: inconforme, rejega, brava. Nunca le pidió nada a nadie; nunca supo lo que era la piedad para sí misma. Toda su vida fue de exigencia. Un día antes de morirse nos dijo: “Echenme a la calle a que me coman los perros; no gasten en mí , no quiero deberle nada a nadie”. Jesusa ha muerto, ya no podemos verla, ni escucharla, pero podemos sentirla dentro y nos acompaña con las palabras dulces que recitaba María Sabina para redignificar a la mujer campesina de México Esta es una probadita del personaje real y ficticio que nos regala la novela de Elena Poniatowska. “Hasta no verte, Jesús Mío” Cafe con Historia - Jesusa Palancares
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