27 El estudio observó que, a raíz del COVID-19, el estrés laboral se incrementó en la mitad de los profesionistas, principalmente por temor a perder el empleo, en el 42 por ciento por miedo a contagiarse al acudir a la oficina, el 34 por ciento por la necesidad de obtener ingresos extra, el 33 por ciento a causa de las mayores exigencias de desempeño, y 30 por ciento porque no se respetan las horas de trabajo. En general las modalidades de “home office” terminaron por no respetar horarios de trabajo, exigir disponibilidad 24/7 del empleado y con el fuerte desempleo, los empleados temían rechazar las cargas laborales por miedo al despido. Pero, como todo lo negativo, en este caso el sector con mayor grado de afectación lo constituyen las mujeres. Por segmentos, las mujeres son las que más padecen de estrés laboral, con el 65 por ciento. El 70 por ciento de ellas tienen entre 30 y 49 años, y el 73 por ciento son mujeres con estudios de posgrado. El tema ya había sido abordado por Belén Sanz Luque, representante de ONU Mujeres en México, quien en entrevista para El País, con motivo del 8M en 2021, señaló que la contingencia sanitaria por el coronavirus había incrementado tres veces el trabajo de cuidados en el hogar, que se añade generalmente en forma automática a la carga profesional que tienen quienes pueden ejercer desde su casa. Puede que estemos en el fin de la emergencia sanitaria, no lo sabemos aún. Lo que sí sabemos con seguridad es que ese lugar común de que no saldríamos iguales de esta pandemia, en eso quedó. Seguimos con la brecha de género y eso no hay vacuna o booster que lo remedie.
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