27 tales versos y atribuyeron su autoría a Alfonso Reyes, quien replicó: “Nada de comparaciones odiosas: aquí se trata de un caso mitológico”. En 1953 llegaron sus Décimas a Dios, su poemario más celebrado. Era su época de esplendor, cuando podía declamar: “Shakespeare me llamó genial/ […] García Lorca, la grandiosa/ y yo me llamé la Diosa”; cuando se unía “mi belleza a mi genio” y los artistas disfrutaban en retratarla desnuda, de Diego Rivera a Juan Soriano, de Raúl Anguiano a Cordelia Urueta. Madre soltera, tuvo un hijo que perdió a los dos años y fue internada en clínicas psiquiátricas. En el ocaso de su vida, anciana, se paseaba como un fantasma por la Zona Rosa de la Ciudad de México, dando bastonazos a diestra y siniestra. Se cuenta que en los restaurantes de la zona, ofrecía, por unos pesos, sonetos improvisados en una servilleta, mientras lucía su atropellado maquillaje de “jícama enchilada”, como opinara su sobrina Elena Poniatowska. Murió sola y en la pobreza en su departamentito del edificio Vizcaya de la calle de Bucareli, pero su obra ha resistido el paso de los años y parece que ha llegado la hora de valorarla por una poesía que en su tiempo sorprendió por atreverse a retomar las formas clásicas. Te contaremos la Historia de Pita Amor
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