39 capítulo más de mi vida, sino para escribir una mejor historia, desde una faceta más fresca y renovada (aplicaba para cada aspecto de mi vida sobre todo en el amor y las finanzas) sentándome en mi laptos, en silencio, con paciencia y sin miedo a la etiqueta del qué dirán, comencé a escribir para ti, una lectura amena para que siempre puedas volver a ella, unas letras simples de un trayecto de vida con aciertos y desaciertos que al final me colocaron en la ruta de reconexión conmigo misma, esa ruta por la cual pasamos todas alguna vez, el punto exacto de equilibrio para conectarte a lo mejor de ti. En este sentido, para conquistar tan anhelado equilibrio es significativo darle un vistazo al tema del miedo, porque hay miedos reales e imaginarios. Nadie puede decir que no tiene miedo de algo, siempre está presente. Los miedos aparecen de muchísimas formas, hasta el punto que llegamos a tener miedo al miedo mismo. ¿Quién no ha tenido miedo a no creer en sí mismo, a la muerte, a no aprender a amarse, invertir, no lograr sus sueños, al rechazo, ser juzgados, al compromiso, perder un ser querido, tener un accidente, no perder peso, a las alturas, equivocarse, no saber el próximo paso a dar, perder el trabajo, a los cambios, la oscuridad, inseguridad, sufrir alguna enfermedad, tener hijos, sentirse lastimada, terror a una llamada de madrugada porque piensas en una mala noticia, salir de la zona de confort, estar con la persona incorrecta, a la soledad, miedo a las arañas o a las serpientes? Y así, se pueden mencionar innumerables miedos que intentan aniquilar nuestros sentidos, sin embargo, en muchos casos resulta paradójico que también tratan de protegernos, por ejemplo: Cuando reaccionamos ante la presencia de un perro que puede mordernos (un miedo real y racional). Pero: ¿Qué es el miedo? Es una respuesta biológica del cuerpo para evitar peligros inminentes, un mecanismo de defensa impregnado de condicionamientos aprendidos principalmente en la infancia, es parte esencial de nosotros para conocer nuestro temple, una vez que decidimos trascenderlo. En muchos casos, también es el efecto de nuestras inseguridades e inquietudes. En realidad, el problema real no es el miedo en sí, es tu respuesta ante él, la actitud para gestionarlo antes de convertirse en un arma en tu contra la cual termine afectando tu salud mental, armonía y bienestar emocional. En virtud de todo lo anterior, la verdad, nadie puede escapar de sí mismo, ni encontrar ser libre en lo externo, ni viviendo en el pasado ni el futuro, siempre necesitas hacer espacio para volver a ti en la aventura de vivir, observarte, conocerte, comprenderte, amarte, cultivar tu fe y estar dispuesto a lanzarte sin paracaídas para pasar por encima de tus miedos y encontrar el regalo que ellos te ofrecen cuando abrazas tu propia felicidad. No es un cliché el innegable hecho de que todo empieza desde adentro, hay una canción de Carlos Vives, la cual explica muy bien esta verdad al ritmo del sabor caribe: “Si saltas vives, pero hay que saltar pa´ dentro y no hay parada de metro que nos lleve a ese lugar, donde los miedos se confunden con la risa y no queda otra salida que volvernos a encontrar con el presente”. Solo tú tienes el poder de elegir la posición a asumir ante el miedo, una en la cual tu mente sea frágil y cobarde para que el miedo te derribe o una actitud mental de poder y voluntad para reafirmar tu audacia y determinación al sobreponerte con resiliencia a cualquier revés. De ningún modo vale la pena abrumarte, en ti está la decisión de la posición a ocupar en este juego mental. La vida es de crecimiento y evolución constante, nada es estático, todos poseemos la capacidad innata para superar lo más adverso y vivir con sentido de propósito, es una decisión que solo a ti te pertenece. Mantén siempre este pensamiento: “Soy capaz de hacerlo y lo lograré”. De esta manera, después de una larga travesía de sanación y de reencuentro conmigo misma, estar en paz en mi presente es mi propia elección; así como decidí que mis miedos no son mi verdad. Ya he ido cultivando el hecho de hacer frente a cualquier prueba, pasando la página en la pregunta: ¿Por qué a mí? Y aceptar que toda respuesta a esta pregunta me convierte en víctima, al contrario, ahora me pregunto: ¿Para qué? Es una pregunta desafiante y retadora, aunque es la correcta, porque es esa respuesta la que potencia tu valentía. Al aceptar y observar tus miedos, lo aprendes: Te ofrece el poderoso regalo de atreverte a actuar a pesar de los obstáculos. ¡Ama ese regalo! POSDATA: Para continuar profundizando en temas de crecimiento personal para mujeres resilientes, te invito a leer UNA MUJER AL OTRO LADO DEL MIEDO, disponible en amazon a nivel mundial. ¡No vayas por la vida, CRECE a través de ella!
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