Lo Mejor de Retos Femeninos - Febrero 2023

35 poniendo a caldo, a parir, criticando, despellejando o como se le quiera llamar, a su recién estrenado ‘ex’, es muy habitual. A la frustración y al dolor hay que darle salida y lo más habitual es hacerlo en forma de ‘crítica sin piedad’. • Guerra al ex: típica actitud de la mujer ante resultados no deseados. La crítica, resultado de la frustración, habla en verdad de quien la profesa no del ‘receptor’ de la misma. La frustración por no ser ya ‘la elegida’ suele llevar a la mayoría de mujeres (es muy humano), a criticar a ese hombre que, hasta antes de la ruptura, decían amar y por el que bebían los vientos. ¿Cómo se puede mudar tan fácilmente de criterio? Cuestión de despecho aderezado de una mala relación con la frustración. No todas las personas, hombre o mujeres, saben aceptar que les ‘dejen’, que les den categoría de ‘ex’. Hay quien reacciona suplicando, humillándose, jurando y perjurando que hará lo que la otra parte quiera con tal de que todo ‘vuelva ser como antes’. En cambio otros y otras, reaccionan con desdén y se van jurando venganza al no soportar que les ‘hayan echado’. Los hay que, en vez de enfadarse o clamar venganza, suelen recoger velas y se van a curarse las heridas y a encajar el fin de una relación. A estos, y estas, últimos los bauticé como ‘reyes y reinas’: son aquellos cuya madurez psicológica no les impulsa a arremeter ni contra ellos mismos ni contra él o la ‘ex’. Las mujeres ‘reina’ versus las ‘damiselas de diadema floja’, suelen ajustarse la corona, aprender de la experiencia y seguir adelante. No escucharás a una mujer-reina hablar mal de su ex. ¿Cómo iba a hablar mal de alguien a quien amó y al que escogió para formar pareja? Hacerlo sería equivalente a hablar mal de ella. ¿Cómo puede ser esto? Cómo, pregunto yo, se puede haber elegido crear una vida en común con alguien, se ha podido amarlo y cuidarlo y, al finalizar la relación, en segundos, como aquel que dice, pasar a odiarlo y a opinar que esa persona (hombre o mujer), es odiosa, una ‘rata de dos patas’. Cuando esto sucede no es sino el despecho y la frustración mal llevada lo que nubla el sentido convirtiendo el amor en odio. Odio a haber sido ‘dejado’, olvidando que todos tenemos derecho a amar a quien nos salga del corazón. Nadie puede obligar a nadie a amarle. Es más, que alguien no nos ame no nos convierte en seres no dignos de amar. Asimismo, tampoco el que ‘ya no nos ama’ es un ser vil, imbécil, idiota, falto de madurez o de sentido común, indigno… O sea, mientras estuvo con una, era ‘adorable’, el más guapo, el mejor’ y, en cuanto se va con otra o consigo mismo, ¿pasa a ser un ‘imbécil’? No puede ser. Es el despecho el que le marea la diadema a la damisela de diadema floja, o sea, a la mujer de inmadura psique. Volvamos a la canción de Shakira y a ella. La letra podría haberla escrito perfectamente una mujer despechada, una damisela a la que la diadema se le ha aflojado sobremanera o se ha colocado una corona de pega (he conocido a muchas mujeres que iban de reinas y sólo llevaban una corona de mentirijillas). Al no ser la coach de Shakira, no puedo llegar a concluir si se siente o no despechada sólo ateniéndome al ‘olor a frustración y venganza’ que desprende la letra de su canción. Puede que haya hecho catarsis al escribir la canción, puede. Cierteamente, sólo es posible especular al hacerlo desde afuera y con ‘un gramo’ o tan pocos datos de información. Aunque también ‘puede’ que ella, Shakira, haya aprovechado lo que le ha sucedido para hacer caja (facturar), sabiendo la de mujeres que se iban a ver reflejadas en ella y que se apropiarían de cada sílaba, coma y acento de lo que dice la letra de la canción. Ya lo he dicho antes, la frustración lleva a hablar mal de quien que, hasta el instante previo a la ruptura, era proclamado como ‘el amor de mi vida’. En consulta, y fuera de ella, he escuchado a muchas mujeres hablar muy mal (¡fatal¡) de sus ‘ex’. Echaban pestes por la boca. ¿Quién dejó a quién? Por regla general, las pestes arrecian cuando es él el que se larga con otra. La sororidad femenina es proscrita al reino del ‘nunca jamás’ cuando de un hombre se trata: la ‘otra’, la ‘sustituta’, ‘la nueva pareja’… es de ‘todo’ menos mujer digna de respeto. La culpa de una ruptura no suele tenerla ninguna ‘pelandusca’. La ‘nueva’ más bien pone de manifiesto que, o bien el amor se acabó entre esos dos integrantes de la pareja, o que nunca lo hubo o que, ella, la ‘que va a ser dejada y ya tiene sustituta’ se emparejó con alguien que no merecía la pena.

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