Lo Mejor de Retos Femeninos - Junio 2023

33 ¿Avestruz o condor? Según cuenta la historia, un campesino encontró un huevo muy grande. Nunca había visto nada igual. Y decidió llevarlo a su casa. - “¿Será de un avestruz de la Patagonia?”, preguntó a su familia. - “No. Es demasiado abultado”, dijo el abuelo. - “¿Y si lo rompemos?”, propuso su mujer. - “Es una lástima. Perderíamos una hermosa curiosidad”, respondió cuidadosa la abuela. - “Ante la duda, lo voy a colocar debajo de la pava que está empollando huevos. Tal vez, con el tiempo, nazca algo”, afirmó el campesino. Y así lo hizo. Cuenta la historia que, a los quince días, nació un pavito oscuro, grande, nervioso, que con mucha avidez comió todo el alimento que encontró a su alrededor. Luego, miró a la “madre” con vivacidad y le dijo entusiasta: -“Bueno, ahora vamos a volar!”. Todos los pavos le explicaban entonces otra vez: -“Los pavos no vuelan. A ti te sienta mal la comida”. El pavito empezó a hablar más de comer y menos de volar. Creció y murió en la pavada general: ¡pero resultó ser que era un cóndor! Había nacido para volar hasta los 7.000 metros de altura. Pero como nadie volaba… El riesgo de morir en la pavada general es muy grande. Pero como nadie vuela… Muchas puertas están abiertas porque nadie las cierra, y otras están cerradas porque nadie las abre. La verdadera protección está en las alturas. Especialmente, cuando hay hambre de elevación y buenas alas.Tarde o temprano la vida te interpela para que hagas conciencia del verdadero ser que hay en ti y que tiene que responder desde su esencia y sus propios valores a su llamado personal. El concepto que tú tienes de ti, es pues, una mezcla de imágenes personales y ajenas. Es probable que en la adolescencia y primera juventud hayas tratado de separarte emocionalmente de tus padres buscando tu propia identidad. Es común también, que los jóvenes se cuestionen los valores con los que crecieron para desechar algunos, reafirmar otros y darle la bienvenida a nuevos valores que pueden ser copiados de sus pares o internalizados por circunstancias diversas. Es verdad que hay una parte de ti que solo tú conoces, que no conocen otros de ti. Es ese aspecto de tu ser más íntimo con el que solo tú tienes comunicación. Siempre y cuando no interfiera con tu paz interior, y si así lo decidas, ahí guardas sin compartir, cosas que solo a ti te competen. Tus más profundos anhelos, tus opiniones hacia otros, las experiencias “cumbre” que no es posible trasmitir a otros con palabras, etcétera. También hay una parte de ti que ven los demás y que tú no alcanzas a ver. A veces hay que ser muy valiente para preguntar a otros qué ven en ti que tú no logras percibir. Es información -que tomada con precaución y de quien viene- puede ayudarte a enriquecer tu propia personalidad y a hacer algo para superar algunos defectos. Y hay otra parte que las otras personas no pueden ver de ti pero tú tampoco alcanzas a percibir. Es lo oculto, lo que tal vez está en el subconsciente pero que de cualquier forma hace que seas la persona que eres y actúes de la manera que lo haces. A veces saltan al consciente atisbos de lo que hay más profundamente, como si fueran la punta del iceberg, que sale a la superficie y que siguiendo la veta puedes lograr grandes hallazgos de tu ser.

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