33 pensamientos, acciones, decisiones, deseos, necesidades, bienestar o malestar de tus hijos? 2. ¿Aunque tus hijos no te hayan pedido ayuda, tú la ofreces y tratas siempre de resolverles sus problemas? 3. ¿Tu estado de ánimo depende absolutamente de cómo se sientan tus hijos? 4. ¿Cuando tus hijos no están contigo te sientes incompleta, sin valor y ansiosa? 5. ¿Siempre les dices que “sí” a tus hijos aunque quisieras decir “no” (sin culpa)? 6. ¿Tu hijo (a) ha tomado el lugar de tu pareja? Te invito ahora a que sumes los puntos. Si obtuviste una puntuación mayor a 40 y sientes que necesitas vivir más plenamente, entonces plantéate: ¿qué te gustaría hacer para estar más en paz? Porque la codependencia nos roba, antes que nada, la tranquilidad, la paz interna, ese estado mental y emocional que nos sirve tanto para estar cómodas, ser productivas y hacer las cosas desde nuestra propia autonomía. La autonomía es esa forma personal de estar bien tomando las decisiones y acciones que nos hagan estar mejor. Nada podemos hacer por otro si primeramente no hacemos algo por nosotras mismas. Lo peor es que, con nuestra codependencia dañamos a quienes menos queremos afectar, porque la carga que imponemos es, no solo molesta y pesada, sino en muchas ocasiones, incapacitante para vivir tu propia vida. ¿Has pensado cómo estás afectando a tus hijos con tu codependencia? ¿Crees que podrías estar mostrando un estilo de vida que no les va a servir para nada en el logro de su independencia mental y emocional? ¿Qué tanto miedo les trasmites con tus actitudes codependientes? A veces la codependencia tiene que ver con nuestra propia infancia. Con frecuencia las heridas del pasado nos hacen buscar a personas que nos permitan creer que con ellas vamos a reconstruir ese vinculo confiable y firme que no tuvimos. No es el papel de tus hijos ni de nadie. Y no es que necesariamente no nos hayan querido nuestros padres o nos hayan abandonado o humillado, a veces esto tiene que ver más con cómo interpretamos lo que vivimos de niños. Nuestros padres seguro actuaron de la manera en que aprendieron o les enseñaron, o las circunstancias que les impusieron. Créeme que dieron la mejor respuesta posible de acuerdo a la situación que estaban viviendo, y para nada pretendían dañar a quienes más amaban, que eran sus hijos. Hay quienes debido a la carencia que creen que tienen, desarrollan una adicción al tabaco, a las sustancias, a las personas, al trabajo, al juego, a los hijos, o a la pareja. La autora del libro MORIR PARA SER YO, Anita Moorjano, tuvo que pasar por una experiencia cercana a la muerte para darse cuenta de que no estaba viviendo una vida plena. Estaba existiendo en función de los otros y eso no le permitía ser feliz. Logró reconquistar su amor por ella misma para compartir, entonces sí, sin quererlo, su toda su grandeza. Decía: “Las personas a mi alrededor obtienen mi amor automáticamente a raíz de que yo estoy siendo mi verdadero ser. Y si no soy juez de mi misma, tampoco lo soy de los demás”. Cuando somos conscientes de nuestra propia grandeza dejamos de sentir la necesidad de controlar a los demás, a la vez que no permitimos que nos controle nadie. Sobre el merecimiento del amor dice: No tengo que hacer nada para merecerlo, soy amor y siempre lo he sido. Y que darse cuenta de que ella era AMOR, le permitió libarse de todos sus miedos. Es más, Anita escribe en su libro Morir para ser yo: “Saber eso fue la lección mas grande que aprendí. Esa comprensión me permitió librarme de todos mis miedos y esa fue la clave que salvó mi vida”. ¿Y que significa ser AMOR?: Ser consciente de nutrir mi propia alma y cubrir mis necesidades sin ponerme siempre en último lugar. Y es que sí, tenemos que ser fieles a nosotras mismas, tratarnos con total respeto y amabilidad; contemplar imparcialmente lo que podemos interpretar como ERRORES sin juzgarlos, viendo en ellos solo oportunidades para aprender. Siempre con amor incondicional. El miedo surge de la idea de no ser aceptada, no ser necesaria, no ser querida. Anita Moorjani, en este libro prologado por Wayne Dyer, nos dice que la única tarea es ser yo misma, ser la perfección del amor que yo soy. Y que nuestra única obligación hacia los demás es expresar nuestro ser único. Nunca vamos a dar la talla si tratamos de agradar a los demás. Lo hacemos porque nos decimos a nosotras mismas que somos insuficientes. Mejor practiquemos los actos de bondad hacia nosotras mismas, mamás codependientes. Si así lo hacemos, la paradoja es que vamos a agradar más a la gente, a nuestros hijos, a nuestra pareja, mucho más. Respirarán nuestra libertad y eso es muy atractivo. Nuestra pasión interior debe dirigir nuestra vida.
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