15 ajetreado y estresante que el de la mujer de hace unas d cadas. Muy probablemente se inicia en las primeras horas de la ma ana y no termina antes de las once de la noche. Su trabajo puede incluir varios viajes al mes, comidas o cenas fuera de casa, largos horarios de oficina y por supuesto estar disponible en su celular para cuando la necesiten. Si bien estas condiciones de trabajo son las mismas para los hombres, para una mujer estas actividades se suman a las responsabilidades de atender el hogar y a los hijos, y en algunas ocasiones a sus propios padres. Encontramos entonces mujeres luchando da a da por ser buenas profesionistas, esposas, madres, amigas e hijas; haciendo ejercicio para estar en forma; buscando m todos de belleza para estar guapas y atractivas; asistiendo a reuniones sociales y terminando muchas de ellas totalmente agotadas, estresadas o hasta deprimidas a lo largo de los a os. Por un lado, acepto esta realidad en el cambio de la mujer. Me parece algo maravilloso ya que tenemos m s oportunidades que antes; pero por otro lado, percibo el gran riesgo que tenemos de caer en un desequilibrio de vida, que nos lleve a descuidar nuestra esencia como mujeres, como madres y como esposas. “¿Qui n invent eso del feminismo?”, me preguntaba una amiga, si hace unos aos estbamos tan contentas, y ahora resulta que tenemos que ser “s per mujeres”: hacer de todo y hacerlo bien. La liberaci n femenina ha trado, sin duda, muchos beneficios. No obstante, en este camino se han perdido algunas ventajas, tales como el tiempo libre, la serenidad y vivir con m s sencillez. ¿D nde est aquella mam tranquila y en paz a la que encontrabas en su casa por las tardes?, ¿d nde est aquella esposa que estaba al pendiente de las necesidades de su c nyuge?, ¿d nde est aquella mujer que viva feliz y serena? Como todo en esta vida, el equilibrio es lo m s deseable. Estoy convencida de que no podemos y no queremos volver a las condiciones de hace tiempo, pero tampoco me convence la vida que nos estamos “auto imponiendo”. Vivamos un “feminismo en equilibrio”. Esto implica el realizarnos como mujeres en el campo laboral, pero tambin realizarnos como mujeres en el campo familiar y personal y no permitir que este “dizque” feminismo nos llene de ideas absurdas de competir con los hombres y hasta de vivir peleadas con ellos. Recobremos nuestra feminidad, ¡para que resurjan los caballeros de antes! El sentirnos protegidas por un hombre no es se al de debilidad, dej monos consentir y conquistar por ellos, y comprobaremos cu nto m s felices podemos ser.
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