40 Mayerlin Romero “Tienes que morir unas cuantas veces antes de poder vivir de verdad”. Charles Bukowski. ¿Quién no ha pasado algún revés en su vida? ¿Por qué algunas personas enfrentan los tiempos difíciles con audacia mientras otros se derrumban? ¿Y si nuestra capacidad de crecer se encontrara en nuestras fragilidades? Surgen miles de interrogantes en torno a la capacidad de resiliencia de cada ser humano, si bien algunas personas tienden a ser más resilientes por naturaleza, también es una fortaleza que se adquiere. Sin embargo, aprender a ser fuertes no es garantía de que no se presenten nuevos momentos de impacto que como una especie de boomerang redefinan una y otra vez tu poder innato (lo uses o no) para fortalecerte en cada prueba. Después de llegar a la conclusión de que nadie puede escapar a esta realidad, me adentré una vez más en el estudio de la resiliencia, esta vez para intentar descifrar el sentido al hecho de: Y después de la resiliencia ¿Qué? ¡Eureka! Encontré la respuesta en el arte japonés del Kintsugi. Para los japoneses, cada historia, aunque sea dolorosa, es una fuente de belleza y cada cicatriz se celebra con orgullo. Según el Kintsugi, a partir de una herida es posible devolver vida a aquello que ha sido dañado, creando una nueva forma de la que nace una historia aún más preciosa, tanto a nivel estético como interno, tomemos el ejemplo de una taza de café que se quiebra. Cada pieza reparada se vuelve única, las grietas que antes eran puntos frágiles se realzan con oro. Esta poderosa lección nos enseña a ser amables con nosotros mismos, aceptar y acoger nuestras heridas en lugar de eliminarlas, a transformarlas en crecimiento “cubriéndolas de oro”, pues, son el firme testimonio de nuestro pasado, de pruebas superadas y de quiénes somos aquí y ahora. Esta reflexión conecta con el significado de la resiliencia y lo que se encuentra más allá de ella: La antifragilidad. Las personas resilientes pueden perseverar en tiempos de dificultad, pero siguen siendo las mismas, porque simplemente aprendieron a resistir. En cambio, una persona antifrágil usa la adversidad a su favor, crece, mejora y emerge de la dificultad con mayor vitalidad y sabiduría. El libro de Nassim Nicholas Taleb, “Antifragil” (2012) acuñó el término, que describe los sistemas que no solo se recuperan de los impactos, sino que realmente mejoran gracias a ellos. Es un concepto aplicable Lo que encontré después de la resiliencia @soy.mayer
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