43 El estrés nace del miedo a no ser ni tener lo suficiente. Pero, ¿quién define lo que es suficiente?, ¿qué pasa si ya somos y tenemos lo necesario?, ¿qué sucede si cambiamos el enfoque de “tener” o “ser” más, a simplemente ser? El concepto de “suficiente” es subjetivo y, muchas veces, autoimpuesto. Una nueva visión más constructiva es ver el estrés como parte de nuestra capacidad de adaptación. No debemos verlo como un enemigo, sino como una energía que impulsa el cambio y el crecimiento. Así, el estrés se convierte en un motor que nos mueve para salir de situaciones tensas, a crecer y no a debilitarnos. Podemos dividir el estrés en dos dimensiones, con orígenes distintos, pero efectos similares: 1. Estrés externo: Surge de demandas externas como la falta de tiempo, sobrecarga de compromisos o carencias. Nos abruma con responsabilidades laborales, familiares o financieras que parecen exceder nuestra capacidad de respuesta. Sentimos que no tenemos suficiente tiempo, energía o recursos para cumplir con todo lo que se espera de nosotros. 2. Estrés interno: Proviene de nuestras propias expectativas y deseos no satisfechos. Se genera cuando hay una brecha entre lo que somos o tenemos, y lo que creemos que deberíamos ser o tener. Este tipo de estrés es común en una sociedad que fomenta la comparación constante y la búsqueda de perfección, y suele estar vinculado a nuestra autoimagen o sensación de éxito. Ambos tipos de estrés pueden provocar síntomas similares: ansiedad, fatiga, desmotivación, entre otros. Lo que los une es la percepción de que estamos perdiendo el control o la capacidad de manejar las circunstancias, ya sean externas o internas. El estrés es manejable y se puede gestionar con organización, acción y priorización. Técnicas como el mindfulness, el ejercicio, la respiración consciente o simplemente hacer una pausa, son efectivas porque atacan la raíz del problema: la sobreexigencia. La clave no está en evitar las dificultades o negar los inconvenientes del estrés, sino en encontrar herramientas internas para enfrentarlo y transformarlo en una oportunidad de crecimiento personal. La Receta La Fuerza del Estrés Transformado Ingredientes: • Realismo: Una visión clara de la realidad, diferenciando entre lo que es y lo que deseamos o esperamos que sea. • Perspectiva: Reconocer las limitaciones y aceptar lo que está bajo nuestro control y lo que no. • Valor: La fortaleza para enfrentar los desafíos y resolver las incertidumbres cuando se presentan. • Disciplina: Tomar acciones concretas y enfocadas para resolver las situaciones que generan estrés. • Determinación: Tener una actitud positiva y el deseo de mejorar, acompañado de un ímpetu constante para triunfar. Afirmación personal para transformar el estrés: Aprendo a usar el impulso natural que me brinda el estrés, convirtiéndolo en una fuerza que me motiva a avanzar. Acepto quién soy, valoro lo que tengo y encuentro la manera de apreciar todo lo que he logrado. El estrés es mi brújula; me guía hacia decisiones más conscientes, clarifica mi mente y me empodera para salir de mi zona de confort. Reconozco en él una oportunidad para descubrir mis potencialidades y desarrollar mi fuerza interna. Escucho y abrazo el estrés, transformándolo en mi aliado para cambiar, crecer y hacer realidad mis sueños. Transformando el estrés en una fuerza motivante: 1. El estrés debe ser un aliado y no un enemigo: Al tomar al estrés como una herramienta se gestiona adecuadamente e impulsa a movernos, a tomar decisiones y a enfrentar los desafíos de la vida. 2. El poder de la perspectiva para transformar la presión en una oportunidad para mejorar: Aceptar las limitaciones y centrar la energía en lo que se puede controlar así uno se logra liberar del peso innecesario y de las expectativas irreales que solo mortifican y crean malestar. 3. El estrés es una señal que viene tanto del cuerpo como de la mente: Escuchar y tomar en cuenta esa señal permite que cada una se pueda reconectar con una misma para poder clarificar sus prioridades y tomar decisiones conscientes que nos acerquen a una vida equilibrada y plena. “El estrés tiene dos caras: una que motiva y otra que castiga. Tú tienes la elección de utilizarlo como una herramienta de cambio o permitir que te controle.”
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