43 que desdibujan quién eras o en qué confiabas. ¿Cómo saber si lo que vives no es solo una dificultad más, sino una verdadera fractura interna? • Porque lo que piensas no solo te preocupa: te drena. La situación que enfrentas no duele solamente por lo que es, sino por lo que activa dentro de ti. Remueve grietas viejas, temores enterrados, ausencias nunca nombradas. • Porque no puedes dejar de revivirlo en tu mente. Buscas entender, arreglar, encontrar sentido... pero no hay respuesta inmediata, solo un vacío silencioso que se instala y te consume. • Porque pierdes la chispa. Nada te ilusiona, ni siquiera lo que antes te apasionaba. Todo se siente opaco, sin impulso, sin dirección. El deseo desaparece y el alma se repliega. • Porque el cuerpo también empieza a hablar. Aparece el insomnio, la tensión crónica, los nudos en el estómago, la respiración corta. Y junto a eso, la voz interna que acusa, que reprocha: “¿Por qué me pasa esto a mí?”, “¿qué sentido tiene?”, “¿quién soy ahora con esta herida?” • Porque el diálogo interior se vuelve duro, castigador. Te repites lo que debiste haber hecho distinto. Y mientras tu mente exige explicaciones, tu cuerpo carga el peso del alma sin saber cómo soltarlo. Lo que no se ve cuando te estás rompiendo por dentro Uno de los mayores desafíos de estos momentos es que el sufrimiento es casi imposible de poner en palabras. A menudo ni una mismo logra entender completamente lo que siente. Lo que no se ve —pero duele profundamente— es: • La vergüenza de sentirse vulnerable. Como si mostrar el dolor fuera un signo de debilidad, cuando en realidad es parte de lo más humano. • El miedo ancestral a perderlo todo. A no poder reconstruirse. A que esta herida lo cambie todo y no sepas si volverás a ser tú. • La duda de si hay un sentido detrás del dolor. Te preguntas si este quiebre tiene propósito o si es solo caos sin redención. • El duelo de la imagen de quien creías ser. Porque cuando algo te rompe, no solo se pierde lo que pasó: también se cae la versión de ti que sostenían hasta ese momento. • El dolor crudo de la decepción, de la traición, de mirar de frente una realidad que no querías aceptar. Es ahí donde el alma gime en silencio, en ese lugar interno donde el ruido exterior se vuelve irrelevante y solo queda el eco de lo no dicho. Oración cuando ya no puedes más Hoy no entiendo lo que me pasa. Mi corazón está roto. El dolor me pesa, la tristeza me desborda. Siento que me quiebro por dentro. ¿Por qué tanto? ¿Por qué así? Solo quiero un respiro, una señal, algo que me sostenga. Pido paz, aunque no pueda darla. Pido un abrazo, aunque diga que me dejen en paz. Pido luz, aunque hoy todo esté oscuro. Vida: no me sueltes, aunque yo crea que ya no puedo más. Amén. Cuando todo se rompe por dentro, lo único que hay que hacer... es nada Cuando llegas a ese punto en el que ya no hay forma de sostenerte igual que antes, no necesitas consejos, soluciones ni explicaciones. Necesitas compasión. Silencio.Y paciencia. Este no es un momento para actuar, para resolver ni para entender. Es un momento para estar contigo sin exigencias, para permitirte sentir sin justificar, para dejar que el dolor te atraviese sin intentar controlarlo. No hay que hacer nada más. Nada... Excepto resistir con dignidad. Excepto acompañarte con ternura. Excepto permitirte romperte sin juzgarte, porque incluso la grieta más profunda abre el espacio para una nueva luz. Frase de la semana: “A veces la vida se complica tanto, que uno se rompe por dentro. Pero de esos quiebres nacen versiones más fuertes, más sabias… y más humanas de ti misma.”
RkJQdWJsaXNoZXIy MTUxNjQ2