9 Pregúntate: • ¿Por qué hago lo que hago? • ¿Cómo quiero liderar lo que viene? • ¿Qué partes de mí necesitan más espacio? Un cuaderno, un paseo al amanecer o una charla sincera pueden abrirte caminos inesperados. No subestimes el poder de las preguntas simples cuando el ruido baja. 3. Regálate inspiración Las mejores ideas no siempre nacen en la oficina. A veces emergen entre las páginas de un libro, en una conversación espontánea o mirando el mar sin hacer nada. La inspiración necesita espacio. Así que permítete no producir, no correr, no responder al minuto. La creatividad necesita aire. Una mente descansada piensa mejor, crea mejor y lidera mejor. 4. Reconecta contigo El verano también es buen momento para recordar que eres más que tus tareas, tu cargo o tus logros. ¿Quién eres cuando no estás liderando a nadie?, ¿qué te gusta hacer solo por placer? Detrás de cada gran líder hay una mujer que se cuida, se escucha y se honra en sus tiempos. 5. Vuelve con intención, no con prisa No se trata de volver “a tope”. Se trata de volver con intención. De hacer balance, redefinir prioridades y volver con la energía puesta en lo importante, no en lo urgente. Si usas el verano para parar, observarte y cuidar tu energía, el resto del año tendrá otro color. Vacaciones con propósito: tu nuevo ritual de liderazgo Este verano no te pido que hagas más. Te invito a hacer distinto. A permitirte descansar no como huida, sino como estrategia. Porque una líder no se define solo por lo que hace, sino por cómo se cuida para poder seguir haciéndolo. Que este verano sea un paréntesis fértil. Que vuelvas no solo con color en la piel, sino con más luz dentro.
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