Lo Mejor de Retos Femeninos - Enero 2025

27 lógicamente concatenados?, o ¿es un conjunto de situaciones y realidades que se conjugan en un tiempo y espacio determinado para producir emociones y decisiones? Tal vez el inclinarse tanto hacia un lado o hacia el otro, promueva tal desequilibrio en tu vida, que te lleve a juzgar sin analizar, a suponer sin investigar, a limitar el pensamiento lateral o “fuera de la caja”, en fin, a bloquear alguno de los dos hemisferios. Es por eso que Salovey y Mayer acuñaron el término de “Inteligencia emocional” en la década de los 90, para referirse a la habilidad para procesar la información sobre las emociones propias y de los demás. Esto implica ser capaz de: 1. Percibir y expresar emociones propias y ajenas. ¿Te parece sencillo? Tal vez, pero no lo es. ¡Cuántas veces no sabemos lo que queremos en un momento específico de la vida!; nos confundimos en cuanto a lo que pensamos y sentimos; dudamos de lo que el otro siente; en pocas palabras, no somos hábiles para identificar, mucho menos para expresar correcta y respetuosamente lo que sentimos. 2. Usar las emociones a favor del pensamiento. Por lo general, volvemos a las emociones las peores enemigas del razonamiento. “Es que la emoción no me deja pensar…” solemos expresar, cuando debería de ser todo lo contrario: “escuchar a la emoción” antes de sacar conclusiones o de tomar decisiones. 3. Entender emociones manifestadas a partir de señales o lenguajes característicos. Entender e interpretar emociones es algo que requiere tiempo, dedicación y conciencia. La dinámica de la vida actual, suele ser la barrera principal para lograrlo. Se dice que en la Grecia antigua surgieron grandes filósofos porque dedicaban mucho tiempo a la contemplación; hoy estamos negados a ello. Para reconocer y entender nuestras emociones debemos acercarnos al silencio, a la atención plena, a la compasión, a la empatía, pero estamos muy ocupados con el día a día. 4. Gestionar emociones para alcanzar metas. Por supuesto, hay que asegurarnos de ¡tener metas! Si caminamos a quién sabe dónde, llegaremos a ninguna parte. Es importante detenernos a revisar los anhelos más profundos del corazón y encaminar hacia allá nuestros esfuerzos. En ese andar encontraremos emociones diversas, pero su adecuada gestión nos permitirá permanecer en la ruta trazada. ¿Cómo gestionarlas? Un ejercicio práctico puede ser estar atentos a los pensamientos para que, por cada pensamiento negativo o pesimista detectado, generemos, al menos, dos positivos u optimistas. Louise L. Hay decía que somos libres de pensar lo que queramos, así que ejerzamos ese derecho para equilibrar las fuerzas de nuestros hemisferios cerebrales y ver la vida con gran inteligencia racional y emocional. ¿De qué color es el cristal con el que miras?

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