33 Ser valiente es perseguir tus sueños se activen más códigos de aminoácidos. Por el contrario, las bajas frecuencias de las emociones negativas, como la rabia, el miedo, el estrés, etc., provocan la contracción en las hélices de ADN, enrollándose sobre si mismas, acortándose y apagando varios de sus códigos. Afortunadamente, el ADN responde de inmediato a los cambios de estado emocional, pudiéndose restablecer el equilibrio con la misma rapidez con la que se perdió. A efectos prácticos, las emociones negativas provocan una descarga energética parcial del cuerpo, restándole capacidades para contrarrestar otros estímulos negativos de cualquier tipo que reciba, o para restablecer la salud cuando estamos enfermos. Cuando una emoción negativa perdura en el tiempo, los efectos sobre la salud pueden ser devastadores. Ese es el efecto que presentan los bloqueos emocionales. Se trata de emociones mal gestionadas cuando se presentaron, que son reprimidas y se quedan atrapadas en nuestras células. Las células se ponen a vibrar con la frecuencia de esas emociones, y se mantienen en ese estado mientras no sean liberadas. Debemos ser conscientes de que a lo largo de la vida acumulamos un gran número de problemas emocionales que están todavía ahí por resolver, vibrando en nuestro interior. Actuamos como si lleváramos una mochila colocada en la espalda y fuéramos echando dentro todo lo que no queremos ver, todo lo que no sabemos resolver, todo lo que no nos vemos capaces de afrontar. En esa mochila lo metemos todo, desde pequeños problemas que vamos acumulando en nuestra vida cotidiana, hasta graves problemas que aparecen de repente en algún momento. Pueden ser situaciones difíciles de asimilar, personas a las que no podemos comprender, otras a las que no podemos perdonar, etc. Sin darnos cuenta vamos almacenando nuestro dolor, nuestra pena, nuestra impotencia,… en definitiva, todo tipo de bloqueos emocionales que nos acompañan, y que suponen un grave riesgo para nuestra salud. La buena noticia es que con la misma facilidad con la que cargamos esa mochila, podemos descargarla. Además, no son necesarios grandes conocimientos ni experiencia para hacerlo. Todos estamos capacitados para ello. Todos, de forma inconsciente, estamos día a día cargando y descargando esa mochila. Ha llegado el momento de hacerlo de forma consciente.
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