Lo Mejor de Retos Femeninos - Octubre 2025

9 el imperio. El mensajero le transmitió la pregunta pero Trasíbulo simplemente optó por caminar entre los trigales. Mientras caminaba, cada vez que encontraba una espiga más alta la cortaba y la arrojaba al suelo, sin decir una sola palabra. Cuando el mensajero volvió con el emperador, le explicó el extraño comportamiento que había tenido Trasíbulo y el emperador entendió el mensaje. Entendió que debía eliminar a todo el que resaltara por encima de los demás, ya que sólo acabando con los mejores, conseguiría que su poder no fuese puesto en entredicho. El peso de ser mujer y destacar Aunque cualquier persona puede sufrirlo, las mujeres lo padecen en mayor medida. ¿Por qué? • El doble vínculo de género: si son asertivas, se las tacha de agresivas; si son empáticas, de débiles. Pareciera que nunca hay una manera correcta de liderar. • Los sesgos culturales: en entornos dominados por lo masculino, se espera que las mujeres encajen en un rol “agradable”, y cuando lo trascienden, aparecen las críticas. • El síndrome de la abeja reina: algunas mujeres que han llegado a la cima endurecen sus actitudes hacia otras, repitiendo patrones aprendidos para sobrevivir en un entorno hostil. Cifras que hablan por sí solas Diversos estudios internacionales señalan que: • Un 87% de las mujeres afirma que sus logros han sido minimizados o socavados en el trabajo. • Más del 85% asegura haber sentido un aumento de estrés, y un 74% reconoce impactos negativos en su salud mental por este tipo de actitudes. • El 77% ha visto menospreciados sus éxitos, y el 66% ha sufrido cómo otras personas se atribuían su trabajo. Estos datos muestran el coste emocional, profesional y social que el síndrome de la amapola alta supone para las mujeres, y para las organizaciones que, sin darse cuenta, pierden talento y motivación. ¿Cómo superarlo? La buena noticia es que podemos trabajar, tanto de manera individual como colectiva, para revertir esta realidad: • Nombrar el problema, hablar de él y visibilizarlo es el primer paso. • Generar culturas de reconocimiento, donde los logros individuales se celebren y no se castiguen. • Formación en sesgos e inteligencia emocional, equipos más conscientes construyen entornos más justos. • Liderazgos ejemplares, quienes tienen poder de decisión deben respaldar y proteger a las personas que sobresalen. Las mujeres no deberían sentir miedo a crecer, a liderar o a brillar. Cada vez que cortamos una “amapola alta”, perdemos la oportunidad de inspirarnos con su ejemplo. La clave está en cultivar la diversidad de talentos, en lugar de reducirlos por miedo o inseguridad. Porque cuando una mujer destaca, no disminuye a nadie: multiplica las posibilidades de lo que todas podemos lograr.

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