Lo Mejor de Retos Femeninos - Octubre 2023

29 El movimiento feminista nació porque a la mujer se la consideraba de segunda o tercera categoría, sin derecho al sufragio universal, sin poder tener propiedades a su nombre (en el Imperio Romano no era así ni en Egipto…). Habíamos involucionado y debíamos reparar el desaguisado. Y, se logró. Se avanzó y se consiguió la igualdad aunque no en todos los países del mundo. Lamentablemente, con la desaparición del muro de Berlín y con ello del Comunismo (menos en Cuba y…), los que profesaban dicha ‘religión’, o sea, los ‘comunistas’ decidieron inventar una ‘lucha’ que sustituyese a la antigua lucha de clases e inventaron la lucha de sexos, mejor dicho, la de las feministas contra los hombres. En la década de los ochenta del siglo 20, el feminismo empezó a ir por muy mal camino (ver libro: ‘Por mal camino’, de la filósofa francesa Elisabeth Badinter), y por ese mal camino llegamos al desvarío del feminismo del siglo 21. En España mucha gente lo bautizó como ‘feminazismo’. Muy fuerte, ¿no? Así, a simple vista, sí… Se las ha tildado de feminazis porque desprecian y proscriben a toda aquella mujer que no piensa como ellas, que no enarbola sus postulados y que no se suma a la causa o se deja manipular. Según ellas, los hombres son violadores por naturaleza. Curiosamente, ellas se relacionan con hombres, eso sí, poderosos a cuya sombra pueden medrar o sacar tajada o tener ventajas. Ellas, las feministas que han venido a salvarnos (lo digo con ironía), porque las anteriores éramos tontas, no han medrado profesionalmente por méritos propios sino por arrimarse a un hombre con poder político. Lo cual, me daría igual si se hubieran ocupado de enseñar a las mujeres a cuidar de ellas… ¿Cuidar de ellas? En ese caso, ¿no corrían el riesgo de quedarse sin clientas o sin causa? Obviamente. La forma de seguir teniendo ‘negocio’, es fomentar que la clientela nunca deje de existir. Ergo, vamos a conseguir (eso lo pensarían ellas, las feminazis), que las mujeres se crean que son víctimas y que necesitan de otra mujer que las rescate a ellas de ese hombre malo, maloso. Yo, por mi parte, he tratado de lograr todo lo contrario. Me he empeñado en enseñarlas a ser responsables de sus vidas, de con quién se acuestan o están en relación o se casan o tienen hijos o todo junto. Claro, mi enfoque no gusta, pone de los pelos, irrita. ¿Por qué? Porque les quito la excusa de que es el otro el que tiene que cambiar, mejorar o darse cuenta de que es malo. La mujer es la responsable de relacionarse con un impresentable, no de que él lo sea. Por lo que no debería obcecarse en hacerle ver que ‘él debe dejar de ser malo’. En su lugar, debería asumir que ‘él’ dejará de hacerle daño cuando ella se decida a echarle de su vida pegándole una patada en el trasero... Suelo preguntarles a esas mujeres: “¿Tú crees que sí él se tuviese por malo, no habría ya cejado en su proceder?” Es más, pienso como Eleanor Roosevelt: ‘Nadie te sentir inferior sin tu consentimiento.” Continuará…

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