Lo Mejor de Retos Femeninos - Enero 2024

28 Obviamente, la cobardía excluye el sentido común. Quien está atrapado en las garras de la cobardía, no analiza la conducta del otro ni le responsabiliza de sus actos. En su lugar, lo exculpa, colorea sus conductas. Una mujer con actitud sumisa (es válido también para un hombre), minimiza lo que otros le hacen, no osa poner los límites, no hace saber a la otra parte cómo se siente o cómo le ha hecho sentir una conducta de esa persona (pareja, amigo, jefe/a, vecino…). La sumisión rima con disculpa. La persona sumisa se victimiza, se queja, pero no reacciona. ¿Por qué no lo hace? Porque espera que sea la otra parte quien, algún día, se ocupe de solucionar el problema, se de cuenta de que se porta mal. Deja en manos del otro la responsabilidad que tiene para consigo misma. Cobardía. La cobardía es la resultante de no querer enfrentar el dolor de la pérdida convertido en miedo a vivir nuestra vida y que, cual cáncer del alma, nos va socavando el ánimo, n os deja sin amor propio y con una auto estima y auto valoración sin defensas. ¿Es posible deshacerse de la cobardía? Por supuesto que SÍ. ¿Cómo? Sanando las heridas emocionales, aprendiendo a aceptar las pérdidas como parte de la existencia humana, acogiendo al dolor como ‘capacidad’ sanadora y complemento de la alegría. El dolor es parte de la vida, en vez de batallarlo, negarlo o patearlo es mejor acogerlo. El dolor en el cuerpo físico es un indicador de que algo no va bien, lo cual, en sí mismo, es una oportunidad para sanar, corregir, tratar, curar lo que sea que sea la causa de ese ’dolor’. El dolor emocional también es un indicativo de que algo no va bien. Por consiguiente, si la conducta de otro, ya sea lo que nos ha dicho o hecho, no nos ha sentado bien, mejor echar mano de la asertividad y poner los límites, que viene a ser algo así como hacerle saber al otro cómo nos ha hecho sentir su conducta. Caso de que la otra persona reaccionase mal, léase con ‘amenazas’, desplantes varios, acusaciones, insultos, en vez de pedirle perdón (reacción típica de cuando optamos por vestirnos de cobardía, en vez de atendernos emocionalmente), hay que pararse a reflexionar, a saber: 1. ¿Dije lo qué quería decir con respeto, esto es, de forma asertiva? 2. ¿Qué relación tiene esa persona consigo misma? 3. ¿Ha habido otras ‘ocasiones’ como ésta? 4. Su reacción, ¿qué me cuenta de ella? 5. De ser yo un observador que analiza la situación, ¿qué diría? y ¿qué me llamaría la atención? 6. Si yo me valorase, fuese para mí lo mejor que me ha pasado, ¿le permitiría a alguien que me tratase así? Con esto, ya hay bastante para empezar. Respeto, sí. Cobardía y agachar la cabeza, jamás. A mí, personalmente, me han ‘echado’ de muchos CdRs (club del redil), toda vez que se me ha ocurrido plantarle cara o los límites a alguien. Fue mano de santo, esto es, clarificador, puesto que las personas sumidas en el miedo pero cuja estrategia de supervivencia es la opuesta a la sumisión, o sea, las BULLY, las valentonas, las agresivas y mandonas, no soportan que les pongan los límites. Por consiguiente, poner los límites, decir ‘no’, usar la asertividad en lugar de la cobardía, me ha librado de muchas ‘amistades y relaciones falsas’, me ha permitido quitarle la careta a mucha gurusa y gurú de turno. Cobardía nunca rimó con prudencia ni con asertividad.

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