Lo Mejor de Retos Femeninos - Enero 2024

27 del sentir propio (no se atienden las emociones ‘negativas’ o las que implican ‘malestar emocional’ de algún tipo), la persona (ya sea hombre o mujer), se desatiende emocionalmente y, por consiguiente, su amor propio (autoestima), va a la baja, decrece, se difumina, se hunde en el olvido de sí misma. La persona que se ama a sí misma, que se valora, se atiende emocionalmente y no duda, ni un segundo, en poner los límites cuando la situación lo requiere. Es más, la puesta de límites es automática, actúa cual resorte. La persona que se ama a sí misma y que se valora, sabe que nadie como ella para cuidar de sí misma ya que ella sólo es la persona más importante para sí misma. Los demás podrán amarla, respetarla, cuidarla… Lo cual no implica, ni impide, ni sustituye que ella se ocupe de sí misma (todos tenemos responsabilidades respecto de nosotros mismos). Podemos confiar en los demás, en aquellos que nos han demostrado que son dignos de nuestra confianza, lo cual no implica ‘confianza ciega’, o lo que es lo mismo, cada persona adulta debe cuidar de sí misma independientemente de que lo hagan o no los demás. Quien deja en manos de los demás el cuidado de su estima, de su valoración, de su ser y/o la atención de su mundo emocional, con toda seguridad acabará decepcionada y frustrada porque nadie, nunca, estará a la altura de sus expectativas. ¿Cómo puede ser esto? No se debe dejar en manos de nadie la responsabilidad propia acerca de uno mismo, una vez somos ya personas adultas. La dejación de funciones, la no asunción de responsabilidad respecto de uno mismo en todas y cada una de las facetas y áreas del ser y de nuestra vida es propia de personas instaladas en la codependencia emocional, adictas a la victimización, utilizadoras de la manipulación emocional en sus diversas facetas para disimular su no responsabilidad respecto de su persona. No es que les disguste la responsabilidad, lo que no les gusta es tener que lidiar con la frustración que conllevan los resultados no deseados. A esto se une el que huyen de tener que enfrentarse con la pérdida. Por si esto fuera poco, además, su baja autoestima contribuye a que instalen en su psique creencias demoledoras que, a su vez, merman la confianza en sí mismas y maltratan aún más su maltrecha autoestima. Resultado: cobardía en estado puro. Sí, se vuelven cobardes. La cobardía nos enfanga en el miedo, nos nubla el sentido, nos aísla de nuestras capacidades. La cobardía es muy mala consejera. La cobardía es, aparentemente, un bálsamo o una manera de evitar el dolor de la pérdida: ‘no me enfrento, ergo no me arriesgo a perder algo’. Quien en sí mismo cree, pelea, se enfrenta a sus miedos, a sus demonios y osa poner los límites (asertivamente, por supuesto), a quien sea, donde sea. ¿Por qué? Porque con la única persona con la que le importa quedar bien es consigo misma. Hay muchas personas aparentemente dóciles, amables, no conflictivas, no respondonas que parecen ser un ‘mar en calma’. Nada más lejos de la realidad. Se trata de personas sumisas. ¿Cómo identificar a alguien con actitud sumisa? Ante cualquiera que ellas consideren que tiene ‘poder’ para quitarles algo, le otorgaran la categoría de ‘autoridad’. No importa que dicha ‘autoridad’ sea ficticia o producto resultante de sus propios miedos e inseguridades puesto que, su cobardía la convierte en ‘autoridad’ y nuestra mente da por válido toda información o instrucción que le damos. ‘Autoridad’ puede serlo, en un momento dado, una amiga que, de enfadarse porque le pongamos los límites, nos dejará de lado. ‘Autoridad’ puede serlo, ya que la categoría se la damos nosotros, conviene asumirlo y recordarlo, un jefe/a que, de no plegarnos a sus exigencias, nos amenaza con el despido o con represalias varias. La pareja suele ser una ‘autoridad’ de preferencia. Cuando la persona (hombre o mujer), no soporta la soledad, la pérdida del vínculo con otro, hará lo que sea (incluso renegar de sí misma, rebajarse, despreciarse, maltratarse psicológicamente…), con tal de que la otra persona no se enfade, no se moleste, no la eche de su lado.

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